domingo, 29 de julio de 2012

A woman under the influence



Gritar y llorar, al mismo tiempo que el niño patalea en la alfombra.

Dicen que a esa puerta no se puede entrar, que el mal sale desde el umbral y se mete por la ventana. La que da a la vereda de en frente.

Ayer pase por tu casa y me tiraste con un ladrillo. Estas listo para explotar el globo. Los grados kelvin aumentaron de doscientos setenta y tres, a cuatrocientos. Los cuatrocientos golpes que recibió Mabel.

El cassette de ópera se le trancó en el medio. En el miedo. El miedo de estar loca.

Mabel una y otra vez leía a Quiroga y miraba la maldita película. 
Mabel, como las galletitas. Vienen en bolsa de a diez.





sábado, 21 de julio de 2012

a seis manos


Marimar, morena petisa y sugerente llevaba en su falda un cuarto kilo de mejillones.
Los acababa de sacar de las rocas del altar. Ella iba todos los días a dejarle flores a la santa del lugar y aprovechaba para cosechar mejillones. Los de hoy pensaba cocinarlos con estofado, porque venía Juan.
Desde la punta del faro, agarró un poco de nube fresca para macerar las ostras. La salsa la hizo del color de sus ojos y del sabor del radón. El postre terminó siendo cangrejos fritos, a falta de algo más original.

Juan llegó arrastrando la escopeta bajo el brazo,sudado y con un hilito de sangre en la frente. Posó sus manotas en la cinturita de Marimar como si manos y cintura tuvieran un imán.
La sentó en la mesada de la cocina, y comenzó a untarla con aquella salsa. Babosa, azulada. Marimar empapada, mojada, lubricada como una ostra. Y Juan fundiendo la escopeta dentro de la salsa. De postre tomaron sol desnudos (los cangrejos se habían escapado)

La sangre en la frente de Juan ahora era un torrente bastante violento, como una cascada,pero a Marimar no parecía molestarle. Ella estaba muy concentrada en las ostras que ahora bailaban en el estómago de Juan. Cuando el movimiento se detuvo, Marimar sonrió porque sabía que su plan se había concretado.
Se levantó y muy lentamente se volvió a vestir, dejando atrás a un convulsionado y culposo Juan que ahora luchaba inútilmente por su vida, ahogado por el frénetico vaivén de un millar de mejillones sacudiéndose en su garganta.

un miembro medio negro, venudo.
de policía a fletero en un segundo.