viernes, 1 de marzo de 2013

La ley del deseo



Copamos la barra. No sé cuanto sale, vamos con otro. Cello, lindo instrumento. Sello, lindo objeto, alguna gente los colecciona. Yo no. Vamos por otra ronda y gritan: “a la rueda rueda, de pan y canela”. “Dame un vintén que me voy a la escuela”. “Vintén”, palabra de abuela. Esto te vale dos vintenes, aquello tres. Vino la maestra y me dio un coscorrón. La maestra tomaba vino. Y se tapaba la boca como la madre de Graciela Borges en la película de Favio.  “El dependiente”. Y este último me recuerda a la Ley del deseo, que me ordena a amar sin freno.

Dependientes, toreros, personas que aman. Gorritos mexicanos colgados en la pared. Morir de amor como en una peli de Almo. Incendiarse y suicidarse. Se queman vivos los locos de amor, aquellos que no pueden atar una moña de su hijo antes de ir a la escuela. “Loco de atar”, nunca entendí esa frase.

…Vuelvo a la barra. Barra de jabón que me burbujea la piel. Como la panza hace mariposas. Que revolotean a ritmo del blues, y llega la cuenta de la mesa treinta y tres. ¡Pero qué número más simbólico!  
                                                                                                                                    
Lamento no haber traído mi propia libreta para llenarla de mariposas. Soy una niña bien. “Niña bian”, dirían las chetas. Esas pelilargas. Son como los hippies en los años 60’, mal vistos. Peste. Ratas. Antavirus. Ponele de esos arrocitos rosaditos y vas a ver como se los comen y revientan. ¿Veneno para ratas, tal vez? Es que es color rosadito. Chetas pelolargo bronceadas y gordinflonas. Con unos buenos novios. Buenos machos pijones como caballos. Y ya entramos en el tema sexual. Y ya entró a sonar el jazz.

¡Todo ese jazz!

¡All that jazz!




2 comentarios:

  1. Qué ridícula la señora del siglo XIX que se creyó que podía ser Rapunzel, el sueño de las niñas bien de hoy en día. Demasiado largo. Si fueran rulosas, todavía. Pero a quién le importa. ¡Que viva el lemocello y las parejas de gays parlanchines en el cine! Amén.

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  2. ¿Qué es ser bien, qué es ser mal?
    Siempre me pregunté lo mismo: yo soy una nena bien pero no soy como las nenas bien que salen por la calle con pelos largos y desteñidos y chancletas de gomas altas.
    Quieren que las niñas bien sean así.
    Yo tengo el pelo cortito, no tengo novio que esté bueno, y uso unos lentes tan feos que a veces me los sacos para levantarme a alguien.

    Quiero ronda de bares lindos de montevideo con mis amigas. Quiero escuchar Jazz encerrada en un cuarto de humo.

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