Era una niña bien. Atendía siempre la clase de la maestra Pedorra, sin hacer objeción alguna ante tales disparates. Todos, todos los bichos nocturnos que se movían alrededor de Nadia, pasaban sus narices una y otra vez por el tarro blanco. Snif y al tacho, snif y al tacho. Nadia miraba y no llegaba a comprender el espectáculo.
Una niña, que de niña pasó a ser mujer. De un salto, se deshizo de la tapa mágica, en una habitación con aire a prostitución. Sacudiendo todo lo que nunca tuvo con un monstruo negro...como la cama tampoco alcanza, se arrastran por el campo, por el barro, y su vestido ya no es blanco. Siente sed, se levanta a las seis de la mañana con un hombre que derrama tinta por la boca. Llena la copa del líquido negro y bebe con ganas, con ganas de beber. Traga el contenido de una sola vez. Se aleja del cuerpo inmóvil, frío, desnudo, y se sienta en un rincón a llorar. Las lágrimas negras caen, ya no tiene cara de cuento. Se acerca al charco oscuro y observa su reflejo: “cara de niña bien”. No cree en nada, en nadie, Nadia no cree en ella misma.
Vuelve a su casa cansada, abrumada. Se dirige al patio y se sienta en la hamaca del jardín de las delicias. Con el vaivén siente la calma llegar, junto con el té que dejó Alicia esperando en la mesa, debajo del árbol de Tilo. Un duende baja de la rama más alta y peina su cabello. Lo acaricia con tanta ternura, con tanta delicadeza, que Nadia se duerme; y en el sueño ya no es ella, y en el sueño ya no es él.
(r.uno)
me encantó,me encantó,me encantó.
ResponderEliminarconozco a Nadia y estuve en la misma escuela que ella.
muuuuy bueno...
ResponderEliminarque lindo este.
ResponderEliminaroscuro, pero termina bien..
el anónimo es el duende.
ResponderEliminarduende, ¿ha bajado usted de la rama y se le dió por visitar estos pagos? ¡que bueno! acarícieme el cabello, y luego al piel, y luego el alma. yo le haré lo que no está escrito... lo beso...
ResponderEliminarr.uno