jueves, 8 de abril de 2010

No conciliaba el sueño.
Una y otra vez la tormenta volvía a representarse en mi cabeza.
El mar chocando violentamente contra las rocas.
El agua me mojaba.
No aguanté más.
El nudo en mi garganta no me dejó de molestar hasta que me incorporé y empecé a llorar. No se cuanto tiempo estuve así, sacando todo el líquido de adentro de mi cuerpo, lo hice hasta que el acolchado que me cubría quedó completamente empapado.
De tal forma estaba mojado que de mi cama caían chorros y chorros de agua que de a poco se convirtieron en un río...
La situación se tornó incontrolable, el río ahora llegaba hasta la puerta del cuarto, chocaba contra la pared y subía raudamente hacia el techo.
Una vez en la altura el agua comenzó a arremolinarse y produjo un fuerte torrente que arrasó con la lámpara ...todo quedó a oscuras.
Yo me encontraba todavía sentada en mi cama, sin poder comprender lo que veía...hasta que una gota cayó del techo y me despertó.

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