Combato continuamente contra mi estructura. Es una casa grande, inmensa, vacía y fría. Despojada de cualquier sentido de hogar. Soy casa para algunos nomás, para otros posada de paso: lugar de depósito. Descargan aquí toda clase de tensiones, flujos y locuras. No me hago cargo de ninguna, porque no me corresponden. Aunque repercuten directamente en los cimientos. Esta casa cuenta con una suave entrada hacia la húmeda sala principal, pasando el umbral se observan varias habitaciones de distintos colores, totalmente vacías. Apenas cuelga algún cuadro en las paredes desnudas, recordatorios de las marcas que algunos visitantes han dejado.
Mi casa la construí yo misma, con esfuerzo y dedicación, pero hay sectores donde el derrumbe es inminente, y amenazan con desaparecer partes enteras si no hago un cambio urgente, una reestructuración que de un nuevo sentido al lugar. Me acostumbré a perder, y no a ganar colores, por eso, parte del sector nuevo esta teñido de un gris anodino y aburrido, igual que la música de mobiliario. Sin embargo la zona más antigua de la casa es totalmente distinta. Cálida y acogedora, invadida de olor a café con canela. Difícil de encontrar, ya que se debe atravesar el largo pasillo oscuro que va desde mi cama hacia el corazón de la casa. Una vez allí la sensación es otra, un submundo distinto dentro del universo de mi casa, un escondite secreto lleno de recovecos y cavidades acolchonadas, para acostarse y descansar bien, placenteramente. Y acomodar mis pensamientos y mis emociones.
Admito que abandoné mi casa mucho tiempo atrás. No recuerdo con exactitud cuando fue la última vez que planifiqué un cambio o un simple arreglo, para mejorar y embellecer el lugar. Hace unos días que la situación se ha transformado. Me obligué a pasar nuevamente por la calle de mi casa, allí donde se bifurcan los caminos. Entré y el olor se introdujo directamente en mi pecho, brotando por mis ojos, convertido en lágrimas. Volví a mi casa, porque estoy dispuesta a quedarme allí una temporada, y convertirla en mi lugar. Mi hogar interno.
buenísimo amiga! en serio. bello y verdadero, me alegra que hayas vuelto al hogar interno y me emociono contigo. me gustó la palabra "anodino"
ResponderEliminarruise divina! que alegría me da saber que te emociones con el retorno hogareño. Si, es cierto, estuve perdida y abrumada por ahí, pero por suerte las tormentas (imaginarias o no) pasaron ya, dejandolo todo calmo, con olor a tierra mojada. te mando muchos, muchos besos y abrazos con cantos ruiseñores.
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