Estoy vacía. Sola en la inmensidad de mi libertad. Mi puta libertad que me aprisiona al mismo tiempo. No puedo escapar de ella, me asfixio. Extravío el sueño en mi mirada y pierdo la calma, mi alma se inquieta lentamente y acelera el ritmo cardíaco. No puedo parar mi cabeza. No puedo parar de pensar. De pensar en vos. En mi. En las cosas que fueron y las que no, las que se perdieron y las que escondí en algún extraño lugar de este mar. No recuerdo en cuál estante están.
Estoy incompleta y me doy cuenta. Pero no hago nada para evitar el ardor. Me arden los ojos de mantener el llanto, me arde la boca de no tener tu canto. Quiero volar alto y lejos, y salir de este mundo convertida en el pájaro sin nido y de corazón vacío, en el pájaro de “Pico Niko”, como leía una vez en algún tiempo. Pájaro de Pico Niko, distinto, enfurecido, atrevido. Pido. Pido un tiempo y me salgo del juego, no quiero más cuentagotas de amor ( se lo robo a Charly y no me importa), no quiero más picaduras sin dolor. Necesito ver de lejos el cuadro, sacar una panorámica y revelerla con cautela, siempre me sucede que se me velan los rollos. No puedo esperar, soy demasiado ansiosa.
Me tomo un té y me tiro en la hamaca paraguaya de tu patio, a ver si se me pasa el mal rato, cierro los ojos mirando al sol que con cuidado acaricia mis párpados y trae más noticias buenas de las que creía. Ronroneo un poco: prrrrr, soy una especie de motor, de rollo sacudiéndose. Rollo de pelos, carne, huesos, rollete regordete, comestible. Ronroneo porque amo ese gesto gatuno, porque soy felina y como buena gata mi cuerpo se arrulla bajo el manto solar. Y es ahí donde desaparece el pavor, el miedo que me invade y me impide ser: ser yo misma. Desaparece el pavor a convertirme en una mujer capas de luchar, de generar con mi voz lo que quiera, lo que desee, lo que me inspire el momento.
Abro bien la boca. Grande, suave, roja. Abro bien la boca y dejo salir mi voz. Lenta, preciosa, seductora. Canto melodías que emana mi vientre, mi bajo vientre, mi vagina. Canto la música de mi sexo, de mi ser más intimo, de mi femineidad, canto con mi voz de mujer. Voz que descubrí tiempo después de volver a nacer. Voz que me construye cada día. Voz que me dedico con amor y cuidado. Voz que te llama sin querer...
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